Conozco este barrio, siempre es de noche o domingo de tarde, sin nada que hacer. Las casas son extensiones de las calles, o al revés, por eso cuando salgo a caminar creo ver a mi padre recortado contra las sombras de todos los locales cerrados, y nunca me pregunto cómo hace la gente para ir de un lado a otro, prefiero pensar que nadie se movió nunca de su lugar inicial, que la vida se les va agotando mientras ellos se deslizan hacia el suelo con la espalda pegada a la pared y los párpados entrecerrados. En invierno todo es vapor y humo. Mi abuela fuma mucho, con el cigarro que se le termina aprovecha para prender el siguiente, hasta el infinito. Las bocas desprenden algo etéreo que nunca desaparece del todo, cambia su forma, pasa a ser un fantasma inútil o se queda impregnado al techo y compone figuras monstruosas de humedad y miedo. No hay árboles, hay columnas con luces tenues colgando de su parte superior. Las columnas brotan en cualquier momento y en cualquier parte, a veces atraviesan las casas desde sus cimientos, y todos tenemos que acostumbrarnos al nuevo obstáculo, y tenemos que acordarnos de decirles a los niños que no las toquen, que no las usen para jugar a la escondida porque no hay cementerios en este barrio y mucho menos para niños que mueren electrocutados.
Una vez por año alguien organiza una fiesta. Creo que nunca es en el mismo lugar, pero podría serlo, bien podría tratarse de mi cuarto o del patio de la escuela o del terreno baldío lleno de ratas y papeles. No sé, no lo pregunto ni me acuerdo quién me avisa o cómo hago para llegar al momento en que todos bailan con una tela negra en la cabeza y yo los miro con un vaso en la mano desde lo alto de una escalera de madera que cruje aunque no haga ningún movimiento y me pregunto de dónde sale la música si vendimos todos los electrodomésticos para comprar plantas carnívoras que nos cuidaran de los insectos que dormían en nuestras almohadas y nos chupaban la energía y por qué pienso que es música cuando claramente parece que lo que les hace mover las extremidades de esa forma tan rara lo que verdaderamente los excita es un llanto que rodea la casa un llanto anacrónico como si alguien llorara por la guerra y por los sueños interrumpidos parece que alguien llorara mirando una foto antigua y arrugada esto parece la banda sonora de todas las zonas industrializadas en el siglo pasado y abandonadas ahora no sé qué hora es ni en qué época estamos pensando que la fiesta termina y el crujido de los escalones no se corresponde con nada estoy bajando estoy dispuesto a demoler toda la zona con las manos.
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