martes, 16 de mayo de 2017

senecta

morir viejo y cansado 
aniquilando goces de otra vida 
consiguiendo seguridades resignadas 
morir con pausa 
con la nostalgia reciclada 
al borde de quedar obsoleta 
morir de lejos 
sin tocar la muerte 
sintiendo el asco de lo ya sucedido
morir y no tener familiares que canten en tu entierro 
enterrarte vos mismo 
si es que te quedan ganas 
morir como una confirmación  
ir muriendo de a poco 
apagando los objetos uno por uno
no respetando los ritos diarios 
desprestigiando cualquier tipo de valor 
ir muriendo de ocaso egoísta 
de cinismo radiante flotando en medio de lo senil 
morir y sentir únicamente la muerte del yo  
sentirte solo en la agonía  
saberte único 
morir y no dejar ni un poco de muerte a los demás.

lunes, 15 de mayo de 2017

Azul

Camino por un borde infinito 
me dirijo hacia un lugar cada vez más lejano
azul
lo único que miro es azul. 


Hay una tristeza somnífera que se funde con el cielo
y el cielo se funde con el mar extendido 


(haga lo que haga
estoy tan a la deriva 
cuando pienso que azul es el olvido 
y el no estar).


No hay viento, no hay gravedad
no me demoran los segundos;
me quedo porque acepto
que éste es el final.


Ya caminé absorbiendo la costa

atrás quedó el suelo firme de la consciencia 
ahora todo cuanto hay es amplitud
nubes entre los pies
océano curvilíneo.


Voy a repetir el paisaje todas las veces que quiera
y caminar hasta sumergirme en el entendimiento; 
voy a inclinar la cabeza hacia adelante
y ahogarme en el punto justo entre un tono y otro; 
voy a estar solo, de nuevo 
un paso antes de quebrar la calma 
exhalando el final de todos los días. 


sábado, 13 de mayo de 2017

Marsias

sátiro que desafiaste al dios 
ahora tu piel adorna un árbol
y tu sangre fluye por el río 
clamando el nombre 
con el que fuiste bautizado 

Marsias, quedaste a merced de Apolo 
y los dioses griegos suelen ser crueles

Marsias, fuiste víctima de burlas despiadadas
(pero la ley nunca estuvo de tu lado) 

sacaste música de la verguenza ajena, 
tomaste las sobras de Atenea
junto al río inflaste tu soberbia 
(y te costó muy caro) 

una melodía invisible 
saluda tu lira dionisíaca 
cada vez que pasan por el bosque 
los restos de una bacanal

Marsias, nunca subestimes  
a quien posee la luz de la verdad. 

jueves, 11 de mayo de 2017

Caleidoscopio

Recuerdo alucinar con androides. Era de madrugada y había niebla dentro de mi casa. Los androides salían de la cabeza de mujeres viejas que vestían remeras blancas con una inscripción en negro que decía "Opus Dei". No hacían otra cosa más que estar paradas contra una pared mirando hacia abajo, los rostros totalmente ensombrecidos. Después dejé de sentir mi cuerpo y empecé a percibirlo todo desde cada pequeño espacio de la casa, como si yo fuera una sala de control mirando un montón de pantallas a la vez. Los androides corrían de un cuarto al otro, aplastaban arañas con las manos de metal, abrían la heladera y la cerraban. La alucinación sufría un salto repentino, aunque aparentemente cada parte estaba conectada con la anterior. Ahora yo tenía cuerpo, aunque no me tomé la molestia de comprobar que lo sintiera como mío, y miraba el cielo acostado en el techo de mi casa. En lo alto volaba un helicóptero. Trazaba un cuadrado y siempre giraba en la misma dirección. Lo hacía con tranquilidad y la chapa sobre la que yo estaba recostado iba a ceder en cualquier momento. Yo iba a caer sobre el comedor y no recordaba si habían removido las baldosas del suelo, no recordaba si habían removido toda superficie o si quedaba algo sobre lo que golpearme. Entonces pude darle forma al miedo y entendí que me aterrorizaba la idea de caer y que todo se volviera oscuro, de estar cayendo un año entero y que mi cuerpo se descompusiera al ritmo de mis pensamientos que no iban a cesar.
Y que recordara el ruido de los helicópteros, y que ese ruido taladrara a ritmo militar cada parte de mi cráneo. 
También recuerdo verme en el baño de un hotel, de estar parado en la ducha y que el agua cayera sobre mis hombros. Recuerdo salir a la calle de una ciudad extranjera, subir a un auto caro, ir a una reunión con traductores, hablar, firmar papeles, sonreír. Recuerdo tomar un avión hacia otro país y vivir años haciendo las mismas cosas, habitando los mismos espacios. Tengo presente la sensación de familiaridad al despertarme cada mañana y entender el lugar, la situación, el momento histórico, el futuro. 
Tuve un sueño en el que me despertaba y lo primero que sentía era un dolor punzante en la nuca, entonces abría los ojos y me veía tirado tirado en la arena de una playa. Al ser de noche no había mucho que pudiera distinguir, más que el agua apenas reflejada por la luna creo que en cuarto menguante, la arena sobre la que estaba tirado y un objeto no muy grande a mi lado. Lo levanté, era un caleidoscopio. Supe que no iba a necesitar nada más. Di las gracias en voz alta y empecé a caminar en dirección al agua. 



lunes, 8 de mayo de 2017

Más allá de occidente

Se supone que los edificios tienen luces, todos. Los míos no. Mis edificios se camuflan con la noche, es lindísimo subir al cerro al atardecer para mirar todo el proceso hasta que anochece completamente y ya no queda edificio alguno. El atardecer nos es práctico, sirve para eso, pero en realidad lo que queremos no es ver el sol descender, lo que queremos no es ver el sol. Los edificios se encargan de taparlo durante el día. Vivimos en un continuo amanecer, en ese momento que ya dejó atrás a la noche pero no se decide por la mañana. Estuve un año entero planificando cómo colocarlos para que el sol apenas se filtrara hacia la ciudad. Construimos muchos en la siguiente década, pero inevitablemente tuve que hacer algunos sacrificios para así conseguir que los dioses me otorgaran un par de torres -un par son cincuenta- que tienen una altura que ni siquiera imaginamos, por eso decimos que llegan al cielo. Los dioses quedaron satisfechos y yo también, aunque entre sacrificios, mano de obra explotada más allá de sus límites y la ola de muertes que se desató en los alrededores de las torres, la población se redujo mucho. Alrededor de las torres la gente empezó a peregrinar porque las creían sagradas. Yo emití un comunicado tratando de explicar que el hecho de que las hayan mandado los dioses no significa que sean sagradas o santas. Argumenté que ellos respondieron al pedido, les pagué con lo que querían y obtuve mi parte del trato. Las personas aun así suelen ser muy imbéciles, incluso cuando se les habla de un modo claro y preciso. Siguieron peregrinando y eso llevó a saqueos, derrumbes, represión policial y demás. Cosas que pasan. Lo bueno es que el tránsito se agilizó bastante, empecé a llegar en diez minutos a la oficina en vez de demorar una hora. De todos modos yo puedo llegar en el tiempo que se me antoje, pero me gusta viajar a la misma velocidad que los demás, sentirme parte. Es mi pueblo, a fin de cuentas. La policía funciona de manera autónoma, es raro. En los primeros años traté de ordenarlos, ponerles límites, incluso autoricé la creación de un grupo paralelo que se encargara exclusivamente de vigilar a los policías. Al tiempo me di cuenta de lo aburrido que se volvía todo, era una ciudad sin condimento, no pasaba nada. Desde ahí siempre digo que la policía es el organismo más importante en cuanto a creación artística. Siempre están inventando algo, jugando. Los dejo hacer.  Al grupo paralelo de vigilancia lo disolví y a cada uno de ellos los vendí a distintos lugares para ocupar distintos puestos. Incluso le vendí unos cuantos a la ONU, como traductores. Esa plata la invertí en traer unas familias extranjeras para fomentar el odio y la polémica. Trato de que la ciudad no se esté quieta nunca, que tengan algo que los impulse a seguir. Es peligroso parar, el año pasado hubo una gripe suicida que según me dijeron salió del bosque, ahí donde viven los sádicos. Son un grupo reducido de gente que se sustenta gracias a la creación de nuevas enfermedades que luego venden o alquilan a quien esté dispuesto a pagar. Todavía no sé quién fue el hijo de puta esta última vez. Ya me voy a enterar. A los sádicos no los puedo desalojar porque no hay manera, básicamente. Están ahí atrincherados y en cuanto sienten algo raro dejan escapar un humo que puede ser cualquier virus nuevo y desconocido. Por lo menos mantienen lindo el bosque, lo cuidan mucho, saben y saben de naturaleza, tienen chamanes y toda clase de artilugios. Puede que negocie con ellos para instalar ahí la sede de creación cinematográfica y literaria. Estoy contento porque las familias extranjeras me salieron baratas para todo lo que me rinden. Cuando pase todo el tema de la segregación y ellos queden en el olvido, van a seguir siendo útiles: los puedo usar para la próxima ofrenda, ando necesitando que los dioses me calmen un poco el clima que con los terremotos en masa la tierra me tragó un par de barrios. A veces me parece increíble hacer las cosas tan bien. 

Imagen a color

Sí, estabas parada entre los libros
fuiste otra vez nueva para mí 
hendiendo mis recuerdos.

(me faltaron las imágenes de todo tu cuerpo,
me faltaron tus expresiones,
se me nubló tu nombre)

Volviste al pasado 
sin retroceder 
en lo más mínimo. 
Te vi fuera de vínculos anteriores
no guardaste relación 
con nada mío. 

No me sabías vivo 
mientras mirabas algo 
distraída; 
yo estaba en otro lugar 
hecho de encierro 
separado por mil galaxias 
viendo tu pelo colgar 
viendo tu buzo negro y rojo. 

(me sobró un montón de tiempo
de los últimos meses,
me llené de espacio)

Fuiste una imagen a color
una bocanada profunda
una noche templada.
Fuiste por un momento 
en definitiva 
lo más auténtico de la feria 
y del presente.
A falta de otro nombre 
te pudiste haber llamado 
presente. 



miércoles, 3 de mayo de 2017

Variantes

Sentir el ritmo lento de un xilófono sonando en la oscuridad del cuarto donde vos y tus variantes de ánimo fueron encerrados. Callar un miedo lejano que lucha por salir de tu boca porque siempre es preferible acostumbrarse a las torturas, y para eso es necesario que escuches y entiendas cómo el sonido que debería ser dulce se descompone por culpa del contexto tétrico. Vivir años atado a una silla que había empezado a resultar cómoda. Que te obliguen a salir, encontrarte con un patio soleado lleno de estatuas reanacentistas y fuentes manando agua clara. Correr y que te disparen a las piernas. Sumergirte en la incertidumbre como método proteccionista. Que te brinden un compañero y te incite a escapar por encima de un muro. Recordar determinados movimientos que tenías dormidos. No lograr odiar cuando deberías y que tu compañero te robe la botella con agua y desaparezca por el desierto. No entender el diseño de ese paisaje. Preferir la muerte y que no llegue nunca. Sentir una eternidad inmóvil pensando en una sola cosa como si pasaran diez segundos.Descomponerte y seguir ahí. Mirar hacia arriba y que te obliguen a diseñar el mundo. Aburrirte al pensar mundos ya repetidos mil veces. No colocar divisiones ni misterios. Que todo concepto y toda existencia estén ahí mismo donde vos estás. Sentarte con satisfacción y que el descanso consista en ver pasar las bipolaridades en constante choque por encima de tu cabeza. Suprimir la soledad. 

lunes, 1 de mayo de 2017

Intercambios

él cree que los pájaros van a caer 
ella dice sí 
él dice otra cosa y yo lo interrumpo con un gesto 
ella me mira 
ella calcula cuántos minutos faltan
para que oscurezca completamente 
yo respiro y tengo los labios entreabiertos
él sabe algo que ella no 
yo creo saberlo 
ella fue a Marruecos hace dos años 
yo hablo de una fuente con poderes sobrenaturales 
él camina hasta un árbol y lo toca
ella fue a Bogotá hace seis meses 
yo voy a matarlos a ambos 
él probablemente quede vivo 
ella no sabe lo que pienso 
yo la deseaba en otro tiempo 
ella suele arruinar las situaciones bellas 
él detecta la noche en los ojos de ella 
yo tengo problemas para percibir el paso del tiempo 
yo estoy narrando algo que todavía no pasó 
ella me toma una mano  
él me golpea en el estómago 
yo caigo 
él me trató con sarcasmo una tarde de invierno
mientras caminábamos 
ella se acostumbró a no estar enterada 
él tararea un tango viejo que pueden ser muchos 
ella tuvo una fiebre rara durante un tiempo
y le quedaron manchas en el cuello 
yo la miro 
él no expresa odio cuando me pega 
yo beso el pasto y me resulta insípido 
ella desaparece de la escena 
yo abro los puños
él se aleja y su pie también
yo quedo quieto


ellos vienen 
ellos me llevan. 

Lado A, Lado B

En algún mundo paralelo 
te voy a conocer distinta 
no te voy a conocer 

a tu pensamiento no va a llegar 
ninguna forma indirecta de mí 
ni de lo que me rodea 
vas a permanecer ignorante

no voy a saber lo que es 
un mundo paralelo 
y mucho menos voy a creer 
en la veracidad de las teorías 

en algún momento vas a querer
haberme conocido 
pero mi nombre no se podrá pronunciar 
con letras existentes 

en un tercer mundo paralelo no vamos a pensar 
en la probable existencia del otro.