viernes, 28 de abril de 2017

Ciertas partículas

el tren pasa y veo 
a un hombre de rosado 
en la vía del tren 
cruzando por los yuyos 
apartando las ramas con las manos 
indiferente a los mosquitos 
y también veo 
al tren que pasa 
cada vez más lento
en un incesante frenar  
y logro bajarme 
así que también veo 
a un hombre caminando 
a la par del tren 
y veo que no puedo 
y veo que el hombre no puede 
llegar a la vía 
como si el horizonte se moviera
en una trampa sádica
diseñada por alguna sociedad secreta  
que evidentemente cuenta
con poderes sobrenaturales 
o como si fuera mi vida algo etéreo 
y a fin de cuentas
por qué no debería serlo 

pero además logro ver 
al hombre haciendo señas 
con la remera en la mano 
y cicatrices toscas en el pecho 
y veo al tren que avanza 
repentinamente y arrastra 
árboles casas 
atraviesa estaciones 
y me veo volar 
y paso por arriba del hombre que llora 
y veo que no entiende la velocidad 
y yo estoy mirando por la ventanilla

apenas intuí un pequeño mareo
me toco la frente 
me cambio a un asiento del pasillo 
no necesito torcer la cabeza
ya sé
no hay vía 
y no hay alteración. 

jueves, 27 de abril de 2017

Mentiras

bordeando lo inverosímil 
que suponen como mundo 
no hay mundo ni palabras 
para definir aquello no creado 

los filósofos racionalistas
mueren de asfixia de apocalipsis 
cuando el axioma muta en bicho raro 
y vomita sobre las verdades evidentes

por ejemplo 
yo digo universo
y desaparece 
digo fuego 
se apaga 
digo límite
se diluye 

cerca del final 
no hay lugares óptimos 
ya estallaron 
mientras las estrellas 
negaban su propia existencia.




lunes, 24 de abril de 2017

(En)cerrado

La casa mantiene desde hace cerca de dos años el cartel que dice "Se alquila". Como publicidad es bastante ineficaz, creo yo, ya que lo colocaron en la puerta de entrada, y la puerta de entrada está a unos quince metros de la vereda, en donde lo que hay es un portón bajito de madera, cuya función roza lo simbólico. Con el cartel colgado ofreciendo el alquiler, el portón podría haber servido para algo, pero no, sigue en estado vegetativo. La casa también, o eso me parece. Los primeros meses, incluso el primer año, pasaba muy seguido por ahí sólo para mirar si la había alquilado alguien, pero siempre estaba igual. Al principio me frenaba frente al portón y quedaba largos segundos mirando hacia la puerta de entrada, lleno de nostalgia y con un dejo de resignación. A medida que fueron transcurriendo los meses, cada vez la visitaba menos, y cuando lo hacía apenas levantaba la vista hacia la derecha y seguía caminando, como si cumpliera con una obligación molesta que cuanto antes me la sacara de encima, mejor. Además la verdad es que yo no tenía que pasar por ahí, es decir, no había ninguna necesidad práctica que me obligara o me llevara a tomar la determinación de caminar por esa calle. Cuando me bajaba del ómnibus quedaba en la esquina, pero después tenía que caminar para el otro lado. El transitar por esa cuadra era un capricho, o quizá lo hacía por una necesidad espiritual. Yo salía a dar una vuelta solo y casi siempre recorría las mismas calles, las mismas esquinas, doblaba en los mismos lugares y todo así. Pasar por la casa y mirar era una de mis últimas paradas preestablecidas, después ya volvía.
Había algo raro en la fachada que desde un par de días atrás me venía molestando, apareciendo en forma de imágenes difusas en los momentos previos al sueño. Podía ser la fachada en su totalidad, ya que en estas imágenes yo no conseguía determinar qué era lo molesto. En principio no había nada fuera de lugar, nada que me sorprendiera por nuevo o por distinto. Sin embargo algo me resultaba turbio.
En los siguientes días no pasé por ahí, traté de evitar la cercanía -aunque yo viviera a cuatro cuadras. Cuando me tenía que bajar del ómnibus, lo hacía dos paradas más allá, y después caminaba más pero volvía por otras calles que me alejaban de la casa. Sentía miedo de ver algo de esa cuadra, una columna, un árbol, otra casa, que me tirara el pánico fresco en la cara y yo no supiera qué hacer. Pasaron algunos días, semanas. Había logrado no pensar en nada concerniente a ese lugar ni sentir el miedo que se siente en los momentos previos a algo terrible. Volvía caminando del almacén y vi un cartel en una casa que decía "Se alquila". No me pasó nada, seguí caminando dos cuadras sin pensarlo, pero a la tercera noté un temblor algo molesto en la mano que llevaba las dos bolsas. El temblor persistió, se hizo más notorio incluso. Media cuadra después eran temblor y sudor en las manos, en la cara y en la frente. Sudor y temblor, al unísono, marcando un ritmo cruel. Después vinieron los analgésicos, calmantes, las dos tazas de té, la película sobre detectives que puse para tranquilizarme. Después vinieron otros momentos. Empecé a llenar mi casa de objetos, al azar, sólo para que no quedara casi nada de espacio libre. Ocupé las habitaciones de pared a pared, del suelo al techo. Amontoné muebles, cajas con ropa, bolsas, cajones llenos de hojas, hasta compré un piano que hice poner en mi cuarto. No salía ni visitaba a nadie porque no soportaba los espacios vacíos y enseguida me ponía a pensar en la casa sola, esperando ser alquilada, llena de ecos silenciosos que al mínimo paso, a la mínima palabra comenzarían a rebotar por los cuartos y el pasillo. Pero ya no se hablaba, ya no se caminaba. La casa evidentemente estaba muy oscura, siempre que pasaba las persianas se mantenían cerradas. Pensé en que así habían estado siempre y que yo conocía esa oscuridad. No era falta de luz exterior, era lo oscuro en esencia, pero ahora también era vacío y yo había estado muy al borde. 
Me dije que la nostalgia hace mal. Me dije que no me importaba si todas las cosas que puse en mi casa no me dejaban llegar a la puerta, no salir significaría alejarme de lo que fuera que me esperara. Empecé a dormir con las luces prendidas. Pasé varios papeles por la ventana de la cocina, todos decían lo mismo: "Cuando muera, derrumben todo esto, que no quede estructura alguna en pie".
No quise hablar más por miedo a que las palabras dijeran algo inapropiado. 

viernes, 21 de abril de 2017

Phoenix



aridez
destino perdido

cabeza de buey
moscas y sol

huellas de viaje
borradas

silencio largo
día caliente

tierra ocupada
por años

tierra de nadie
presente

tierra olvidada
por nadie

culto enterrado
bajo el suelo

gigantes esperan
invisibles

retornan los restos
perdidos

se escuchan murmullos
de fieras

son rezos
plegarias
y mantras 




acaban los ciclos
abiertos 

acaban los ciclos
abiertos

acaban los ciclos
abiertos


jueves, 20 de abril de 2017

Acidez (novios)

Mi Cristo personal 
quedó en estado vegetativo 
desde que lo tiré al fondo 
donde crece la maleza
y se mimetizan los niños enfermos
con las esperanzas de sus padres.

Negar es todo lo que queda 
aunque la antropofagia sea evidente 
(sobre todo cuando lo es),
pero me pedís pañuelos porque estás llorando
y te los doy;
me pedís un digestivo porque comiste de más 
y te pregunto si va a ser la última vez 
pero a vos se te pegan los huesos a la piel 
cuando no consumís lo que te gusta.

La cabeza te da vueltas. 
No voy a sostenerla 
porque me parece divertido cuando cae, rueda
y golpea contra el rincón húmedo 
el que siempre está en reparaciones 
y del que nunca hablamos. 

Como de costumbre,
anoche no hubo sueños. 
Nos sorprendí mirando una tumba nueva 
que ante nuestro asombro suplicaba
sobre su lápida haciendo brotar tres palabras:
hace
mucho
frío.  

La maleza me alimenta
desde que soy vegetariano
y cenamos separados:
vos en la demencia te comés la carne tiesa,
yo bajo el rocío pruebo los gritos que me llegan.
En el baño vomitamos al unísono. 

Edificios, cuervos y otros parásitos de la mentira

Este largo limbo 
lleno de dioses sedados   
cayendo en espiral
sobre un monte prendido fuego 

(la niña dormida 
los labios pegados 
el miedo) 

Cruzar desnudo la ciudad 
es desierto o es ficción   
mito bíblico moderno 
un espejismo meramente funcional 

(el taxi volcado
cornisa de luces 
todo está mal)

Asciendo y toco fondo 
de mi cabeza y revuelvo 
el crujir es sádico 
cuando no hay contenido.
Pero igual hay algo 
debajo de la cortina: 
la Medusa me ofrece 
un final piadoso:
corazón de piedra 
licencia para morir. 


lunes, 17 de abril de 2017

Elija un enemigo y no dude en odiarlo

Elija un enemigo y no dude en odiarlo.
Ese tipo, por ejemplo
sí, ese que está ahí parado haciendo nada
es perfecto para usted 
tiene el perfil ideal: 
manos en los bolsillos, mirada perdida,
postura encorvada, fácil de reducir.
No me diga que no le dan ganas
de tomar un palo y reprimirlo 
reprimirle esas ganas de no vivir que tiene 
pobre infeliz 
vaya, hombre, vaya
si no se trata de que le haya hecho algo
es cuestión de tenerse fe
y de odiar porque se puede
porque contamos con esa posibilidad. 
Ahora que lo eligió 
piense, no, mejor dicho,
sepa que ese hombre
es la peor mierda del mundo
que él está mal y usted está bien 
no se separe de la dualidad
eso también es importante;
el que cuestiona pierde 
si lo maneja en esos términos
no va a tener problema.

Odie, destruya al enemigo.
El que no odia es porque no quiere
porque poder se puede.
Sienta la furia sorda 
del que no tiene otra cosa para hacer
entonces odia.
Imponga su voluntad 
que no es delito 
es señal de fuerza 
el mundo se torna cruel 
todo se trata de supervivencia. 

No hace falta que conozca
a quien va a moler a palos,
sólo mátelo 
y pase al siguiente. 


domingo, 9 de abril de 2017

Holocausto

la última gota de sangre
del cuerpo encontrado 
en el patio de mi casa
una mañana sombría 
bajo la higuera seca 
rodeado de hormigas 
sucio de tierra 
duro de muerte
seco del todo 

el último cuerpo encontrado 
bajo la noche amarilla
repleto de sangre 
rodeado de moscas
hinchado de muerte 
fijo contra un muro 
en el frente de mi casa

la última casa quemada 
llena de muertos adentro 
bajo el atardecer rojo 
cubierta de fuego 
rodeada de humo 
asqueada de sangre
de sangre y olores 

el último día nombrado 
envuelto en carne quemada
junta su tarde y su noche 
se convierte en holocausto  
toma mi casa 
me envuelvo en llamas
lo miro 
desaparecemos juntos. 







sábado, 8 de abril de 2017

En la mugre de los vidrios

La luz había sido apagada segundos antes. Me incliné, un poco agachado, y sentí el calor de la lámpara en toda mi cara. El cuarto nunca había estado tan desordenado, más allá de la oscuridad yo sentía la mugre a mi alrededor, había tocado un par de papeles con los pies descalzos y rápidamente intuí el resto: polvo sobre los muebles, la cama sin hacer, el escritorio lleno de hojas y cuadernos, una silla casi invisible, tapada por un montón enorme de ropa. Vi llegar restos de imágenes de ese mismo día, en la oscuridad tenían la posibilidad de hacerse notar un poco más, aunque nunca lograban ser del todo claras. Ninguna llegaba a formar una figura demasiado concreta y eso les restaba veracidad, como si con lo que rescataron de realidad sólo hubiesen podido llegar a crear una especie de fantasma de luz, algo que claramente sobraba de otra cosa. Al volver a quedar parado perdí la orientación, no supe para qué lado estaba la puerta; tampoco recordaba la puerta, ni siquiera logré hacerme de una imagen mental de una puerta, sólo recordaba la palabra y sabía de un modo abstracto que servía para salir o entrar de un sitio a otro. Enseguida intuí que si volvía a la posición anterior podría llegar a orientarme más fácilmente, así que me hinqué y quedé con una mano apoyada sobre la mesa de luz de patas metálicas y frías. Hoy me traían la copia de la llave, eso me habían dicho. Esa llave me iba a permitir pasar de un sistema aislado a otro, iba a lograr inmiscuirme en los rincones menos nombrados y menos pensados de la otra casa, la que estaba a diez cuadras. La otra casa era una continuación de esta, yo lo sabía aunque nunca había estado allí, lo que conocía se lo había escuchado a papá de costado luego de alguna cena mientras levantaban los platos. Además contaba con una información muy especial, era una carpeta amarilla bastante vieja llenita de papeles y fotografías. Las fotos -varias de ellas mal enfocadas- mostraban un patio con piso de baldosas decorado con un diseño de flores rojas y verdes, paredes pintadas de celeste, una escalera que daba a una puerta de chapa a pocos metros de altura, y lo que parecía ser la entrada a una sala de estar. En los papeles se hablaba de metros cuadrados, zonas donde entraba más la luz que en otras, futuros arreglos, cuentas. Además había un nombre que se repetía: Beatriz. La otra casa debería tener muchas habitaciones así como ésta, yo calculaba que tendría la misma cantidad y que ambas eran la mitad de una sola mansión. Soñaba con la unión de las casas y me parecía algo monstruoso en principio, pero luego de que las paredes de las respectivas fachadas se fundían en una sola pared gruesa, impenetrable, yo me sentía invadido por la paz y la belleza. Muchas veces pensé en decirle a papá que podíamos tener un castillo, una fortaleza, un micro-mundo. 
Me arrastré y tosí por el polvo que había en el piso. Ese no debería ser mi cuarto, uno se acostumbra a la mugre propia. Tuve una reacción alérgica muy fuerte que me dejó tirado boca arriba respirando con dificultad por varios minutos. Las imágenes del día ya no aparecían y yo no las extrañaba. Cuando me senté no me hizo falta ninguna confirmación para saber que la puerta no podía estar a más de tres metros y que tenía que ir hacia alguna de las cuatro paredes. Parece una idea básica pero minutos antes se me había escapado por completo, la oscuridad del cuarto me hacía creer que estaba flotando en el espacio, justo en el medio de todo, y que intentar moverme no tendría sentido ya que el espacio como concepto había sido eliminado. Cuando estuve en el pasillo pensé en que mi madre no se llamaba Beatriz ni tampoco de otra forma, pero menos Beatriz. Fui hasta un mueble de mimbre y traté de mirarme en el espejo horizontal que servía como soporte para unos libros de física y química. Tuve que hacer un esfuerzo para meter mi cabeza en el espacio entre vidrio y vidrio, y al doblar el cuello para mirarme sólo conseguí una puntada de dolor y más polvo sobre la nariz que me hizo estornudar. No me pude ver y recordaba haber sabido que la casa no guardaba espejos desde que uno de mis hermanos se sacó un ojo con los vidrios rotos de uno. Yo tenía hermanos y tenía un padre al que llamaba papá. Tenía una casa y podía tener la llave de otra en la que refugiarme. Me puse a contar las cosas que tenía pero no pude precisar la diferencia entre las que eran mías en presente y las que había tenido. Mi hermano tenía un ojo de menos en presente pero yo no me acordaba si tenía un hermano ahora mismo. Fui hasta la cocina y pensé en los otros, traté de recordar caras y abrí la heladera porque tenía sed. No había agua, sólo la mitad de un limón verde, bastante seco. Lo saqué y me puse contra la ventana que daba al patio en donde las formas de los árboles apenas se intuían por alguna rama que recibía la luz artificial del baño que tenía su ventana contra la otra pared del patio. Me quedé mirando la oscilación apenas perceptible de las hojas mientras chupaba el limón agrio, luchando por conseguir un poco más de jugo. Lo último que hice fue acordarme de la puerta principal y caminar hacia ella como guiado por algo milagroso que me ayudaba a atravesar todos los pasillos y habitaciones sin chocar contra nada ni hacer ruidos llamativos. En un solo movimiento esquivé una silla con una figura humana arriba, me agaché y quedé acostado contra la puerta, acariciando la rendija que filtraba un poco de aire cada tanto, y me dormí. 

Agua

miro el agua y desde ahora 
todos los líquidos son 
lo que baja por tus piernas
mojando la superficie 
sobre la que te extiendo
para lamerte 

mientras lo hago 
no me ocupo de nada más 
la mente en blanco 
el resto del cuerpo se abstrae 
sólo puedo sentir
esta boca húmeda 
movimiento incesante 
organismo vivo, caliente 

arriba, contornos 
todo tiende al rojo

ríos mezclados
océano 
placer. 


Pan duro

Soy un animal 
con forma de dios 
soy un semental 
fertilizo los campos 
con mi semen de oro.
No conozco el nombre
de ninguna mujer 
pero las violé a todas 
cuando quise sobre las montañas
en el bosque
y sus gemidos se mezclaron 
con el choque de las olas.
Soy un toro adulto
no tengo pasado 
no siento nostalgia
la gente me habla 
y no los reconozco.

Soy Zéus de merca y viagra 
¿me dijiste algo? 
ah, me pareció 
vení calzado y te gano igual 
chupa verga
yo recorrí todos los antros 
los más oscuros y peligrosos 
¿el Clash te suena? 
yo soy el dueño, el rey 
si te contara las cosas que vi...
ese baño es mi oficina personal 
una especie de torre de Babel 
donde surgen los nuevos idiomas 
y los demonios más zarpados. 

Estoy re quemado
soy Jeovhá en el antiguo testamento 
lleno de rencor, morboso 
me parezco a un abogado defensor 
Barrera o Balbi 
soy el manager de los Rolling en los setenta
los encierro en el baño y no los saco 
hasta que compongan canciones 
para un disco nuevo.

Soy el que quiero 
hago lo que quiero 
la concha de tu madre 
no me mirés. 



viernes, 7 de abril de 2017

Espacio

                                                             Escrito pensando en Julieta. 
             


Un hueco 
un espacio creado 
para el vacío 
indefinido;
una mancha grita 
que la falta es para siempre 
que la presencia se diluye:
al unísono se descomponen 
la carne y la estadía.

Un recuerdo 
después la muerte 
el recuerdo deviene en testimonio 
y luego en registro. 



El hueco permanece



Muchos espacios libres 
agrandan la ciudad 
la vuelven blanca, intangible.

Tumbas en el aire 
muertos hechos lágrimas
jarrones inundados
no sabemos qué hacer 
con tanto pasado 
dónde lo ponemos;
no nos da el tiempo 
para olvidarlos a todos.



(Silencio)



Llego a mi casa 
no quedan rumores 
mi muro tapa al viento

nadie me recibe
nadie me habla.  

domingo, 2 de abril de 2017

otro título

no hago lo correcto 
nunca ni ahora 
ni cuando lo ignoraba 
tampoco ayer que lo supe 
no hago lo correcto 
estando tirado en el piso
absorbiendo la noche 
mimetizándome

sospecho que hay algo 
un detalle que se escapa 
una palabra esencial
que no digo;
en cambio me entretengo 
en vueltas absurdas 
por las escaleras grises 
cubiertas de musgo 
que habitan mi cráneo 
se agrandan, lo atraviesan 
y salen afuera 

no hago lo correcto 
me muevo mal 
lo entiendo un segundo después 
y ya no tengo manera de corregirlo

no sé qué es lo correcto
pero sé que no lo hago 
ni estoy ahí 
no sé qué es lo que hago 
pero 
no sé.