domingo, 3 de abril de 2016

Identidades.

Tres cuadras antes había visto a un compañero del trabajo doblando la esquina a la que él se acercaba. No se molestó en saludarlo, incluso apartó la vista para contar con la excusa de que estaba distraído en caso de que su compañero lo hubiese identificado e intentara saludarlo. Siguió esa media cuadra así, con la cabeza mirando el piso, distraído ante la imagen gris de las baldosas repetidas una y otra vez. Cruzó la calle prestando un poco más de atención al panorama general que le ofrecía su visión y tres cuadras después estaba pasando por acá, justo donde estoy yo que lo miré intentando traslucir una expresión de tristeza, aunque no creo que sea necesario, mi aspecto es terrible. Se habrá fijado en mí por no más de tres segundos, en los cuales ensayó un principio de sonrisa rápidamente diluida. Calculo que no habrá tenido tiempo para decidirse por la emoción adecuada para tal momento. 
Unos pasos más adelante pasó por la funeraria y evitó mirar hacia adentro donde estaría de guardia una conocida de su madre a quien no saludó. En la esquina dobló hacia la izquierda, nada extraño se abría ante sus ojos: el bar pintado hace pocos días con propagandas de whisky en la fachada; las casas insignificantes, apenas visibles detrás de árboles viejos; los escaloncitos que en un par de segundos tendría que bajar para seguir hacia su casa; su vecina saliendo en la moto. Yo estoy en el mismo lugar, aferrado a las rejas que me separan de la vereda, mientras él se acerca cada vez más a su casa, dando pasos ni muy largos ni muy cortos, arrastrando el pantalón deportivo que tiene mugre acumulada de varios días. Cerré los ojos por unos segundos porque a esta edad me canso muy rápido, además ya son las siete y media, dentro de un rato me acuesto. Cuando lo volví a ver andaba por otra cuadra, no estoy seguro cuál porque hace años que no salgo de acá y todo cambia tan rápido a veces. Me senté un poco en el suelo porque me duelen las piernas, además quiero concentrarme bien en lo que estoy viendo; esto sí que es una novedad para mí. Casas que ya no están o que ya no son como las recordaba se van moviendo hacia atrás mientras él camina a la misma velocidad y manteniendo la postura semi encorvada de todo el día. Siento un nerviosismo incomprensible al pensar que puede volver a pasar por acá, sería lo más lógico si es que quiere ir a su casa. En la esquina dobla hacia la izquierda y se acerca en dirección a la casa de salud que está al lado de la funeraria. Un poco de viento le va pegando la remera al cuerpo mientras sigue avanzando por su invisible camino de neutralidad. Ahora sí pasa por donde debería estar yo que sin embargo lo miro desde la otra esquina, parado en el borde de la calle, con bolsas del supermercado en la mano, esperando a que pasen los autos para cruzar y seguir hasta mi casa donde me estarán esperando otras personas que tienen nombres y edades, lo cual me parece de lo más raro porque a veces ya no sé quién soy.