miércoles, 27 de septiembre de 2017

Shakira en los noventa era un ser humano

Un plan macabro diseñado en algún país europeo por gente que gana mucha plata  llega hasta mi barrio sudamericano en forma de hit radial que mi vecina del fondo canta desaforadamente, sin ningún tipo de inhibición. El virus se expande, lo cantan los niños, hacen versiones acústicas, instrumentales, lo cantan los coros municipales, lo tocan las bandas sinfónicas, se canta en otros idiomas, se escucha en cumpleaños, casamientos, despedidas de soltero donde alguien va a terminar alcoholizado y muchos se van a acordar con gracia de esa anécdota algunos años después. El cerebro de los intelectuales se ve acorralado por la melodía simplista y por la letra que sí o sí tendrá algo relacionado al amor o al sexo, aunque nunca con pretensiones de trascendencia. Los intelectuales lo cantarán en silencio, se odiarán cuando las rimas de la canción persistan en su mente aun en los momentos en que se encuentran frente a su libro favorito. Resolverán burlarse del fenómeno, se expresarán en contra de todo lo superficial a través del sarcasmo, pero seguirán contribuyendo con el crecimiento exponencial del fenómeno. Alguien dirá que tarde o temprano la canción va a menguar y que, como todo, va a ser sustituída por otra y esa a su vez por otra y todo así. Pero los meses pasan y la canción no deja de sonar, supera todos los records de popularidad y pasa a ser tema de conversación en todas las mesas de todas las familias, en cada aula universitaria, en cada fábrica. Se termina comparando con el himno nacional por las autoridades más competentes, y el ciudadano de a pie no sabe si pensar que es un buen chiste o es un buen paralelismo.  

Mi vecina fue asesinada por su marido a eso de las cuatro de la mañana. Le cortó el cuello con una navaja y la dejó desangrarse cual animal destinado al consumo  judío. Una vez muerta su esposa, mi vecino la desolló, estiró la piel en el suelo como si fuera una manta y se acostó a dormir. Se despertó a eso de las nueve de la mañana, sintió hambre. Se hizo un café con leche y con pan que le quedaba del día anterior, se comió un refuerzo de tripas. De fondo sonaba radio Disney. 

martes, 26 de septiembre de 2017

perdida (pérdida)

estás sentada en la cocina 
faltan dos horas para el amanecer 
entre los dedos tenés un cigarro prendido
das pitadas nerviosas
sentís la ventana en la nuca
el viento que afuera mueve las hojas de los árboles
susurra palabras en idiomas antiguos
vos leíste en algún lado que el diablo susurra
faltan dos horas para el amanecer y tenés miedo
tenés frío también pero descartás la posibilidad de ir
a tu cuarto para buscar una campera
la luz de tu cuarto está apagada
para prenderla tenés que atravesar algunos metros de oscuridad
descartás la idea
vas confirmando algo que escuchaste
te convencés de que escuchaste ruidos dentro del ropero 
del ropero sólo ves uno de sus costados
la puerta de tu cuarto apenas está abierta y te deja ver eso
un costado en penumbras
pero el sonido viene de adentro
suena como a dientes rasgando tus prendas
pensás en la campera nueva
pensás enseguida en lo superficial que se vuelve todo
cuando faltan dos horas para que amanezca
y tu casa parece sitiada por cosas oscuras
que no podés nombrar aunque te parece que conocés sus nombres
entonces te parás y antes de abrir la heladera pensás en su luz
la imaginás antes de verla y sentís deseos de quedarte ahí
la abrís y un olor podrido hace retroceder tu hambre
la cerrás pero ya es demasiado tarde
la cocina está cubierta por una nube verde
y tenés que pasar corriendo hacia el comedor
pero al llegar al lugar ya no es el lugar
que correspondía al comedor 
y te sentís perdida
y en el espejo estás vos misma arrancándote la piel
y tu hambre crece
y sentís las tripas abrirse camino en tu abdomen
y el olor tibio de la sangre te devuelve por completo el apetito
y la cocina de tu casa es un castillo hermético
y tu cabeza corona la mesa del banquete que presidís. 

viernes, 22 de septiembre de 2017

El recuerdo de la nada

tengo la genética universal
escondida en un deja vu
tengo en mi casa
un océano disgregado en pequeños charcos
el misterio diluido
mi sangre burbujeante y expresiva
sobre la arena húmeda de la playa


tengo ansiedades rojas
pesadillas en forma de cruz
herencias nocturnas que nunca pedí
tengo días lluviosos y constantes
un cuarto lleno de ecos
cadáveres dentro del colchón
planos secuencia de vidas posibles


tengo el recuerdo de un océano gigante
de mi mano
de la luna
de los dioses
de la nada
tengo, sobre todo
el recuerdo de la nada.

jueves, 7 de septiembre de 2017

último

veo la luna llena atravesada por una
franja violeta y horizontal
veo el camino de tierra
con sus casas pobres iluminándose
a medida que avanzo
veo a un perro que avanza conmigo
y con su olfato percibe la violencia del mundo
para luego descartarla
veo a otro que desde mi poema se ve a sí mismo
mientras describe las cosas que vio o quizás no
pero piensa que en realidad no hay nada
que merezca ser visto
y que no sólo lo piensa
sino que también lo escribe
y piensa que siempre hay algo
de lo que se piensa que no se dice
y que algo de lo dicho puede y debe
estar íntimamente conectado con el pensamiento
pero que también piensa
que pensar no es lo mismo que vivir
o decir, que también puede estar libre
de todo pensamiento pero de ninguna manera
exento de libertad
pero piensa si la libertad no consistirá
en no decir nada de todo esto
ni sentir ganas de hacerlo
ni sentir el martilleo mecánico del pensamiento
que conduce hacia el abismo del vómito
a las palabras que terminan diciendo
cosas como vacío imposible de llenar
o más aun
derrota total del pensamiento coherente
que pretende dirigirse hacia el unívoco lugar
de la razón de ser de todo poema
o toda introspección.

bandera negra

lo efímero es
punk mal tocado
gritos sucios y
olor a cuerpo
lo efímero es
un cuerpo
transpirado
próximo a morir
envuelto en
tripas de choque
de contundencia y
lo efímero es
lo que menos se olvida.

Testimonio

se abrió un cráter en el suelo
que ahora deja caer hacia el abismo
la primer lluvia apocalíptica
que ahora moja nuestros cráneos
colocados en círculo
en medio de una avenida gris y silenciosa
que ahora deja correr nuestros cuerpos disgregados
faltos de patria y unidad
como sonámbulos entre la niebla
que ahora llegan al borde de la nada,
chocan, se fusionan y derivan en una bestia
con muchos cuernos, ojos y cabezas
que ahora se coloca por encima de la tierra
y con su boca exhala todo el caos
y el caos trae consigo la sensación vertiginosa del tiempo
que ahora vuelve a ponerse en marcha
pero ésta vez es más denso.