Las ratas se me aparecen en los lugares más inesperados. En realidad se me aparecen en todas partes, pero a esta altura ya estoy acostumbrado a dormir y soñar con ratas, ellas tienen compradas unas cuantas hectáreas en mi campo onírico. Pero ahora también las veo en la calle y enseguida pienso que no se puede estar seguro en ninguna parte y que nadie nos cuida, o por lo menos a mí, nadie me cuida y además me resulta bastante extraño el hecho de que cuando veo ratas en la calle no hay nadie al rededor, no digo alguien que me defienda porque soy bien consciente de que si no hay motivaciones la gente no da la cara por el otro, pero por lo menos alguien que me sirva como testigo, que me brinde una especie de compañía, distante sí, pero compañía al fin. Porque otra cosa que me preocupa de las ratas es la idea de que ellas sólo existan porque yo existo, es decir, que aparezcan con la única función de cruzarse conmigo. Siempre se dijo que las ratas viven en cloacas, galpones sucios y demás lugares relativamente apartados, pero comienzo a sospechar que su presencia un sábado de noche en plena vereda a pocas cuadras de mi casa no es producto de una serie de movimientos por caños, conductos y demás que las terminaron colocando justamente en ese lugar. sino que cuando quieren se materializan allí sin más, de un segundo para el otro aparecen, justo cuando yo miro casualmente hacia el suelo. Ahora bien, lo poco que recuerdo de la rata es que estaba quieta y miraba en dirección contraria a la mía. Esto me hace pensar que si aparecen de la nada justo cuando yo paso, no tienen la suficiente capacidad para moverse y colocarse en una posición más efectiva, lo cual me lleva a deducir que si realmente cuentan con esta capacidad para materializarse en cualquier sitio, la tienen hace poco porque aun no la saben manejar bien. Me recuerdo que estoy hablando de ratas y que tampoco puedo comprobar que esta teoría sea cierta, pero me sigue pareciendo extraño que aquella a la que vi el sábado de noche no se haya movido o no haya estado ya esperándome de frente, lo cual sin duda me hubiese asustado más de lo que me asustó (y fue mucho). Pienso en que conozco tan poco sobre las ratas que sus capacidades podrían ser tantas y tan variadas que yo no sería capaz de imaginarlas. Está bien, admito que en gran medida mi ignorancia se debe a que me pongo muy nervioso sólo con pensar en informarme sobre estos animales, pero hay otra cosa; no confío en la información. No es que desconfíe de los medios, desconfío de la información en sí misma si es algo que yo no percibí. No me puedo dar el lujo de legar mis conocimientos a las experiencias de otros -a los cuales no conozco, además-. Ni siquiera confío en lo que me cuentan mis amigos, porque una cosa es que te ayuden con algo concreto donde uno puede confirmar que esta ayuda se traduce en resultados positivos, pero otra muy distinta es que te quieran convencer de que ellos vieron o escucharon determinada cosa y que por ende esa cosa es de esa manera. No, si yo no lo percibo no sucede.
Como sea, el hecho es que no sé qué clase de habilidades podrían tener las ratas, y ya que últimamente las veo por todas partes, asumo que son varias y complejas. No pienso en animales malvados con conciencia, pienso algo peor; animales como todos en el sentido de que no saben que existen, pero con un particular instinto de crueldad, y creo que esa crueldad está dirigida hacia mí.
Recordé que la noche del sábado en la que yo volvía de mi casa, unos metros antes de cruzar la calle y ver a la rata había visto a un par de indigentes contra la puerta de un edificio y a otro más en medio de la calle agitando monedas en las manos. Pensé que me iban a decir algo, pero sólo me miraron y yo me sentí aliviado de poder seguir mi camino sin tener que responder nada a nadie. Ahora pienso en que ellos eran las únicas personas cercanas a la escena de la rata y yo, pero hasta este momento que hice un esfuerzo por visualizar el escenario, no los había recordado en lo más mínimo. Esto se puede deber a que yo no los haya considerado personas, y esto a su vez puede ser cierto. Confío lo suficiente en mí mismo como para no desacreditar un instinto cuando aparece. Y si aparece es por algo. Si no eran personas podían ser ratas, y si eran ratas quizás estuviesen supervisando a la rata que yo vi con forma de rata y que evidentemente tenía el deber de traumarme o algo similar. Pero entonces, ¿no seré yo una rata? No recuerdo haber sufrido ninguna metamorfosis y mi pensamiento siempre fue el de un humano. Si bien me manejo con ciertas particularidades creo que jamás me alejé de la esencia misma de la vida humana; lucho por ella y es por eso que si hace falta comenzaré a interrogar a mis vecinos, a mis familiares y a todo aquel que muestre algún rasgo sospechoso, es decir, a todo aquel que me muestre que sigue siendo un humano, porque en el fondo siempre puede en realidad ser una rata.
En general, las ratas se me aparecen de formas abstractas. El otro día tuve un sueño en el que mi cuarto era una fábrica sucia llena de cajas y latas de refrescos vencidos. Las ratas me venían a despertar y me contaban las noticias.
Trato de no pensar en ellas así puedo dejar en blanco el espacio mental donde debería ir su imagen. A veces lo consigo por un tiempo, pero entonces siento que uno de mis gatos me despierta y a los pies de la cama deposita un bulto a modo de ofrenda.