Por la ruta
pies calientes
horizonte siempre
lejano paraje
rural cabaña
entro.
Veo
un
bicho
que se acerca,
se pliega
sobre sí mismo
exhuma
un olor
ácido
y avanza.
Pido ayuda
a gritos
mudos.
Manoteo
el aire
cuando todo
se vuelve
oscuro.
Me incorporo
pasaron
ya
muchos años,
a veces escucho
ruidos
al rededor.
Mi cuerpo ya
no es mi cuerpo
el tacto
indica
lo contrario.
Mi mente
carece
de tiempo
de espacio,
mi nombre fue
removido
para siempre
de mí.
si estás limpiando los estantes
si un viejo libro cae en tus manos
si ese libro es de un místico franciscano del siglo XII
si ese franciscano fue quemado por orden del papa
si ese papa fue estudiado siglos más tarde
si ese papa fue acusado de ocultista siglos más tarde
si se descubrió un estrecho vínculo entre miembros
de la iglesia y grupos paganos
si ese vínculo persiste hasta hoy
si entre las páginas del libro
se encuentran fotos de niños desnudos
apilados unos sobre otros en un sótano
y tu reacción no es cercana a la sorpresa
ni al miedo ni al asco
entonces tratá de recordar en qué siglo vivís
cuál es tu vestimenta
tu cargo
tu nombre
porque tal vez entonces
no le esté hablando a la persona correcta
y tu actitud esté justificada.
la sensación de haber estado
por fuera del mundo
de no haber estado
de no haber visto a nadie
el contraste con la luz del sol
ahora que camino por esta plaza
y encuentro caras definidas
los recuerdos palpables en mi cabeza
de varios momentos que no tuve
momentos de otros
la incertidumbre de no saber
qué hicieron con ellos
un sentimiento amargo
como de tiempo perdido
una imposibilidad de estar
en otros lugares
de ver otras formas
un forzoso ritual de suposición
un escape hacia nuevas posibilidades
la añoranza presente en todo lo que hago
el rechazo a la soledad
y la consecuente vuelta a su lado
el tiempo inventado por personas
la eternidad que no está en ninguna parte
calendarios con cruces
días recordados apenas hasta el día siguiente
resaca de tristezas pasadas
ganas de recuperar todos mis fracasos
almacenarlos en mi escritorio
horas perdidas yendo de un lado a otro
derretimiento
caducidad
cosas que necesitan ser nombradas
explicadas, ordenadas
cosas que me pasan por arriba
aunque no las nombre ni las piense
palabras que dije y olvidé
que nunca tuvieron sustancia
engaños de todo tipo
ahora que los pienso y los reconozco
cobardía justificada de varias maneras
objetivos
realización
ser humano individual
con características
ser humano físico, mental, espiritual
por nombrar sólo algunas formas
de tapar la miseria.
miedo escénico de vida cotidiana
pánico al sentir la calle que se pliega
pies que tiemblan, tiemblan
calor repentino
silencio de ruido de autos que pasan
silencio de oscuridad que viene y se va
manos de gente que agarran
que pasan y miran
inminencia de colapso
edificios que sudan mugre
sobre casas de préstamos jóvenes
sudor que cae encima de gente
que no se da cuenta
plaza curvada sobre sí misma
movimiento inverosímil del cielo
que también se curva
y otra esfera nueva viene a cubrir al planeta
es asfixia de ruido y calor corporal
cielo que enrarece más
incorrecta posición de los objetos
visión distorsionada
ropas que caminan
que no se frenan ni se asombran
ante el derrumbe de un edificio
luego otro
ni al ver caer un cuerpo desde el cielo
que impacta en medio de la plaza
deja un cráter enorme
y una señora que se acercaba a ver
acaba tragada por el fuego.
Lloro.
Las gotas caen de mi cara
quedan suspendidas en el aire.
Entiendo qué se detuvo ahora, el tiempo.
Si sacudo la cabeza,
seco la humedad y miro,
reconozco a todos los segundos
girando en varias direcciones.
No necesito moverme
desde mi posición soy capaz
de apreciar los hilos de mi vida
cruzándose, diciendo esto sí, esto no
y la gente sigue existiendo
y las situaciones se siguen apoderando
de su voluntad de vivir.
Entiendo qué continúa, el tiempo.
Creo percibir una lágrima colgada
en cada palabra que digo durante
más de sesenta años
y aun hoy siento la mejilla húmeda
y dolor en la cabeza
cuando despierto
y pienso en las cosas que quiero hacer.